Las mujeres paraguayas, empuñaron fusiles, en igualdad de condiciones con los hombres, en el campo de batalla para defender su patria. Reconstruyeron con sus manos, su patria después de la guerra.
El pasado día 6 de Febrero, en nuestro espacio "Mujeres sin Fronteras" de El Alpende entrevistamos a Zunilda Paredes, una mujer paraguaya, que cuando la invité al programa para contar su historia, me dijo que poco quería contar sobre ella, ya que ha sido una historia muy dolorosa, pero nos contó la historia de su bisabuela a la cual le hizo un homenaje, y de las mujeres que hicieron posible que a día de hoy, se pueda celebrar del "Día de la Mujer Paraguaya".
En 1974, la historiadora paraguaya, Idalia Flores de Zarza propone en la “Academia Paraguaya de Historia” que se recuerde como el “Día de la mujer paraguaya” y más adelante, es apoyada por Carmen Casco de Lara Castro, defensora de los derechos humanos, presenta el proyecto de Ley que pide conmemorar esta fecha en alusión al género femenino.
El decreto fue promulgado el 6 de diciembre de 1974 y coincide con el año en que las Naciones Unidas celebra el “Año Internacional de la Mujer” El mismo expresa: “Declárase Día de la Mujer paraguaya, el 24 de febrero, aniversario de la Primera Asamblea Americana de Mujeres, reunida en Asunción ese día de 1867, con el propósito de contribuir a la defensa de la patria”.
Las mujeres paraguayas, empuñaron fusiles, en igualdad de condiciones con los hombres, en el campo de batalla para defender su patria. Reconstruyeron con sus manos, su patria después de la guerra. Luchadoras incansables, artesanas, agricultoras, empresarias, diplomáticas, amas de casa, doctoras, maestras, impulsoras del crecimiento de su país.
Hoy 24 de Febrero, Día de la Mujer Paraguaya, contamos el cuento real, de Zunilda. Un homenaje a su bisabuela Apolonia. La matriarca de su familia.
"Como cada 9 de febrero la quinta de la familia está de fiesta. Es el cumpleaños número 80 de la abuela Apolonia Riquelme, mujer fuerte y vigorosa que desde el corazón bailaba para sus seres queridos. Ya desde temprano se iniciaron los preparativos para conmemorar una fiesta que une a la familia.
Cerca del mediodía, la abuela ya está presta para recibir a sus seres queridos, esperándolos desde un costado del ysyry, es así como conocemos al manantial en guaraní, el cual hermosea el frente de la quinta familiar, en la compañía de Costa Sosa, Luque. Ella viste un reluciente typói blanco, con mangas de encaje ju y una amplia y colorida falda estampada, mientras que en el pelo luce dos trenzas adornadas por flores de jazmín. Por supuesto que no podían faltar sus accesorios, un rosario de coral y una delicada peineta de oro entre sus cabellos.
En ese momento se acerca Carlota, la hija mayor, pidiendo la bendición acompañada de su familia con una ofrenda; una canastilla de mimbre repleta de billetes de distintas denominaciones en forma de un ramillete de flores. Una tradición en la familia para agasajar a la cumpleañera.
Los nietos, habían preparado unos versos en el dulce guaraní para recitar a la abuela, a los cuales ella responde alegremente durante la bienvenida de los invitados a la fiesta. Una vez instalada cada familia en sus lugares en las mesas bajo la sombra de los mangales, son deleitados con las danzas de la abuela Apolonia, junto al acompañamiento de sus nietos y al son de la bandita dirigido por su nieto Martín.
Los invitados disfrutaban de la fiesta mientras saboreaban el delicioso asado al tatakua, un artesanal horno de barro que no puede faltar en los patios de los hogares paraguayos, menú acompañado con la infaltable sopa paraguaya.
La nieta Zunilda se había encargado de organizar unos bailes con todos sus primos para homenajear a la agasajada abuela Apolonia. Desde los más pequeños hasta los padres, demostraron sus destrezas en el baile. Los hombres con su fuerza y entusiasmo en el zapatear y las mujeres con su destreza con el kambuchi o cántaro cargado de agua fresca y que a la vez demostraban la hospitalidad al servirles agua del pozo bajo el mangal, a los invitados.
Al término del almuerzo y durante la tranquilidad de la cálida siesta paraguaya, la homenajeada, con la canción que más gustaba, Ñasaindy Poty, bailaba en forma de agradecimiento para todos sus seres queridos, feliz por el afecto y amor que recibió de ellos aquel día."
Zunilda Paredes
(Presidenta del grupo folclórico Jeroku Guaraní e integrante del grupo "Mujeres del Mundo")
Con la colaboración de Mujeres del Mundo
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